viernes, noviembre 21, 2008

HAN PRENDIDO LA MECHA



Ha bastado una irrupción `concertada´de cirios, escapularios y sotanas aventadas por el PP para que un amedrentado PSOE, que con poquito iba la verdad sea dicha, pase de su apuesta, que nunca fue tal, por una enseñanza pública de calidad a poner las bases no ya para mantener un sistema educativo dual público-concertado, inexistente en la UE, sino instaurar un sistema clasista, selectivo y discriminatorio posibilitando educación al alumnado pudiente o despavorido ante la penuria programada de la enseñanza pública cuya tarea será acoger en sus aulas-guetos a los alumnos desfavorecidos económicamente, inmigrantes, `problemáticos´ académica, intelectiva y psíquicamente. Conflictivos no. Conflictivos lo van a ser todos al darse cuenta que la administración los segrega en `crematorios´ escolares, institutos disciplinares, suburbios académicos.Han prendido la mecha y sólo cabe esperar que estalle. Y no sólo entre el alumnado. El profesorado de la pública tiene cada día más malestar y menos recursos viendo como su profesionalidad se malgasta en tareas infames mientras, impotente, vislumbra lo que se le viene encima. Un profesorado experimentado que se ve despreciado por los políticos, relegado a la primera línea maginot, la primera fuerza de choque que contenga la avalancha de jóvenes conscientes de ser carne de cañón para el sistema. Porque los chavales ya son consciente del lugar que ocupan y del que les espera.Decía Antonio Gala el 30 de noviembre que el Estado había de velar por la formación de todos. «Si la escuela privada coopera, tendrá que proponerse ese objetivo común; si no, que no perciba recursos oficiales. Antes que la libertad de elección de centro está el derecho a la educación». Y concluía: «Este debate no es sobre privilegios.¿Queda o no claro?». Pues al PSOE, le vale defender esos privilegios y, más grave aún, enterrar la enseñanza pública bajo las lápidas de la LOGSE y la LOE de tal forma que un próximo gobierno del PP, más a la derecha si cabe, poco más tendrá que hacer para ejecutar la sentencia.

Publicado en Cuatro Esquinas º482

miércoles, noviembre 19, 2008

EL ROJO


Así es como se conoce a un instituto del extrarradio madrileño por haber sido el primero que se puso al calor de las luchas vecinales que demandaban servicios sociales para este distrito obrero, llamado así además porque está pintado precisamente de dicho color."El Rojo" es como otros muchos institutos públicos fronterizos de la capital y del cinturón industrial donde los migrantes interiores de los 60 acudieron en busca de trabajo cuando había trabajo. La paradoja fue que en los 80 mientras se esbozaba un estado de bienestar necesario políticamente para satisfacer las demandas sociales en un país cuyo capitalismo había sido maniatado por la autocracia franquista, a la vez se destruía el empleo, base de ese mismo estado de bienestar.Esta "paradoja" hizo que a finales de los 80 y primeros de los 90 los jóvenes españoles empezaran a vivir peor que sus padres en relación al trabajo y los "derechos" que dimanan del mismo como por ejemplo la vivienda. Ante el paro juvenil que se amontonaba en el INEM, el Gobierno "socialista" inventó, entre otras muchas medidas coercitivas, la LOGSE. Bajo el derecho de escolarización hasta los 16 años se ocultaba retrasar la edad de inserción laboral, cuya mano de obra sería menos preparada y más explotada, deteriorar una formación profesional en un mercado de trabajo inexistente y, lo más grave, asolar la enseñanza pública a favor de la concertada convirtiendo los institutos en "centros de estacionamiento juvenil" con un nivel académico paupérrimo."El Rojo", como tantos otros centros públicos, carece de equipamientos y dotaciones que si tiene la concertada aunque le "sobren" alumnos que ésta rechaza –los inmigrantes llegan al 55% en algunos públicos- para mantener su "oferta de calidad". Esta política de exclusión de hecho, por mucho que se pretendiera inclusiva de derecho, ha convertido algunos centros en ‘banlieues’, suburbios franceses, con la mecha a punto de estallar. Es cuestión de tiempo que reviente sin orden ni concierto, público o privado.

Publicado en Cuatro Esquinas º479

martes, noviembre 11, 2008

EL GRAN TEATRO DEL MUNDO


El Barroco es la época de la representación por excelencia. En el siglo XVII el teatro nacional, el arte nuevo de Lope, se convirtió en la expresión ideológica del poder como mass media privilegiado con el que propagar las ideas consensuales sobre las que se asentaba la España monarquico-señorial de entonces. Principios como la supremacía divina, la fe, el rey, el honor, la limpieza de sangre, el villano rico,... formaban parte del ideario popular sin coerción alguna gracias a la gran difusión ideológico y cultural del teatro y a la conciencia, cada vez más extendida, del vivir como representación, alienación propicia y sugestiva ante una realidad pobre y hostil.
Habría de ser Cervantes quién se enfrentase a esa maquina monstruosa descodificando la producción ideológica destinada al control y la explotación social. Toda su obra es un esforzado intento de abordar la realidad oscilante de su época, de someter la profusión de signos circundantes a la verdad mediante una interpretación crítica y transformadora encaminada a estructurar, a través de la perspectiva y el diálogo, un conocimiento plural frente al pensamiento único establecido.
Habida cuenta de la primacía de Lope en las tablas, Cervantes optó por desarrollar su producción literaria desde la novela. Si aún hoy el hábito, e incluso la posibilidad de la lectura, no está generalizado, imaginémonos en 1605, fecha de la publicación de la primera parte de El Quijote. Así y todo, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha constituyó un enorme éxito entre la inteligencia, insuficiente para desmontar la mitología oficial y competir con el fervor popular de Lope, a quien su ocupación continua y virtuosa, consistente en poner los cuernos a los maridos de Madrid y hacer de alcahuete del duque de Sessa al abrigo del poder señorial e inquisitorial, no le impidió alzarse con la monarquía cómica mientras Cervantes pasaba su vida entre trabajos burocráticos, penurias económicas, estafas, naipes, celestinajes, cárceles y otras penalidades e incomodidades sin cuento.
Así, los entremeses cervantinos, destinados más a la participación crítica activa -“para que se vea despacio lo que pasa apriesa”- que al consumo pasivo, nunca fueron representados en un medio, el teatro, cuya función de reproducción del sistema era ajeno a la disidencia, cuanto más a la subversiva desmitificación cervantina, desveladora de todo el armazón de una sociedad que hacía de la representación su forma de vida frente a la actuación, es decir, la acción individual y colectiva de transformación social. Estas obritas son una invitación a la disidencia y a la risa más convenientes para los estudiantes de secundaria que la indigestión de El Quijote.
Si la sociedad barroca estaba mediatizada por el auge del teatro como reproductor ideológico del poder, la característica del siglo XX ha sido la imagen, cuyo influencia va a incrementarse en el XXI y cuya potencialidad es infinita en comparación a los medios de difusión anteriores. La representación en la actualidad se sirve en imágenes que codifican la realidad haciéndola ininteligible mediante toda una imaginería de la explotación a ¿nuestro? servicio, de ahí que la comunicación produzca hoy en día más plusvalía que cualquier otra actividad económica.
Ante lo que se avecina, el filósofo Grabiel Albiac manifestaba recientemente que “asistimos a la extinción de esa figura crucial de la modernidad llamada ciudadano... al cual la revolución había enseñado que no hay verdad sino en la negación, la resistencia, la primacía de la interrogación y del conflicto... Consenso, consentimiento, cesión de la potencia propia en las manos de otro que todo lo posee para hacernos siervos...”. mediante -añado- “un laberinto de imaginaciones que no aciertes a salir de él, aunque tuvieses la soga de Teseo” (Don Quijote a Sancho, I-48).

lunes, noviembre 03, 2008

EL SIGLO DE LAS LUCES



Pareciera mentira que Haití fuera la primera colonia que consiguiera la independencia en 1804 mediante un ejército de esclavos al mando de Jean Jaques Dessalines derrotando a las tropas napoleónicas. Aunque quizá no resulte tan extraño si escrutamos ese sueño de la razón que fue la Ilustración, que, como pintó Goya, también produce monstruos. Recurramos a la literatura, a lo real maravilloso en vez de a la oficial historia. "Esta noche he visto alzarse la Máquina nuevamente". Así comienza una de las más grandes novelas del S.XX, El Siglo de las Luces del cubano Alejo Carpentier. Una novela que trata sobre la revolución toda. Ambientada en Las Antillas al tiempo de la Revolución Francesa narra el acontecer de los ideales revolucionarios cuando declinaban en Europa. Una revolución que traía de Francia la Declaración de los Derechos Humanos y la abolición de la esclavitud junto con la guillotina (la Máquina) a bordo. El terrorismo de Estado jacobino como garante de los derechos y libertades ciudadanas. "Esto (la Máquina) y la imprenta son las dos cosas más necesarias que llevamos a bordo, además de los cañones", dice Víctor Hugues, comisario de El Incorruptible Robespierre. Hace dos siglos, el esclavo negro Toussaint Louverture unificaba Santo Domingo, actual Haití, declarándose autónomo de Francia y promulgando una Constitución que abolía la esclavitud. Napoleón envió a Santo Domingo el último ejército colonial de la nueva República tras abortar la Constitución jacobina de 1793 y armar la contrarrevolución. El Decreto del 30 Floreal de 1801, restablecía la esclavitud en las colonias derogando la Ley de Pluvioso del Año II ocho años antes. Víctor Hugues, ahora funcionario napoleónico, se justifica en la novela con obsceno realismo: "Lo siento. Pero yo soy un político. Y si restablecer la esclavitud es una necesidad política, debo inclinarme ante esa necesidad". El siglo de las luces está lleno de sombras sangrientas que tenemos que tener en cuenta en el devenir de los acontecimientos en la historia. Haití es una muestra más de la Modernidad Ilustrada. Nos dice Carpentier acerca de su novela: "el siglo de las luces que se ha dado como el ejemplo de la cordura, del pensamiento filosófico, de la paz... es uno de los siglos más sangrientos que se han visto en la historia". Y aunque pareciera que las "palabras" de la Revolución Francesa habían sucumbido bajo la idolatría jacobina y la represión napoleónica, éstas se propagaban por América como advierte la cita que encabeza la novela: "las palabras no caen en el vacío". Las revoluciones tampoco.
Publicado en Cuatro Esquinas º390