miércoles, octubre 29, 2008

BARBARIDAD



“Si bien habéis reconocido que el estudiante actual no es apto ni está preparado para la filosofía, que carece de instinto para el arte auténtico y que, frente a los griegos, es un bárbaro que se cree libre, no por ello debéis huir horrorizados delante de él... De hecho, tal como es, es inocente; tal como lo habéis conocido, es una acusación callada pero terrible contra los culpables.” (Friedrich Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas).
Tan actual es la consideración del filólogo y filósofo alemán que José Sánchez Tortosa encabeza su libro El profesor en la trinchera extrayendo de Nietzsche la cita: “El estudiante actual es un bárbaro que se cree libre”. Si bien pareciera que tal aseveración, junto con el subtítulo del libro, La tiranía de los alumnos, la frustración de los profesores y la guerra en las aulas, señala acusadoramente al alumnado de los males de la enseñanza toda, no es así. Según Heráclito, S. V a.C., “Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla”. La ignorancia que está en el interior de cada uno es el enemigo que se encuentra a diario en nuestras aulas.
Retomando el mito de la caverna de Platón desde la versión más cibernética de Matrix, el autor expone la dura tarea de librar al alumno de su ignorancia innata y, lo que es peor, superada la etapa del aprendizaje infantil, la tendencia a perseverar en ella parapetándose contra el esfuerzo y la inteligencia enrocándose en la ‘idiotez’ (idion, en griego, es lo propio frente a lo común, koinon). Una ignorancia, una ‘idiotez’ que convierte la tendencia natural en sentencia administrativa desde las políticas educativas pervirtiendo el objetivo de toda enseñanza, cual es educar hombres intelectualmente libres en vez de mantener esclavos de los instintos.
Esta pretensión de hacer pasar por enseñanza obligatoria lo que no es sino idiotez impuesta es contestada diariamente por los alumnos a semejanza del mozo que respondiera al Sancho gobernador de la Ínsula en El Quijote aunque con mayor abuso que ingenio: “Presuponga vuestra merced que me manda llevar a la cárcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo, y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda. Con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?”
Publicado en Cuatro Esquinas º610

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