viernes, abril 25, 2008

PURAS SENSACIONES



Florencia, 1498. El que más quemó es ahora él mismo pasto de las llamas. Girolamo Savonarola arde en La Piazza della Signoria bajo la mirada escrutadora de Nicolás Maquiavello, quien había advertido que las intenciones del dominico no eran otras que hacer un partido político a partir de una idea moral, dividiendo a la humanidad en dos bandos: "uno que milita con Dios, el suyo; y otro con el Diablo, el de sus adversarios. . ." Savonarola dice a los hombres cómo deben ser. Maquiavelo tratará de mostrarles cómo son, partiendo de la política como el arte de conocer los tiempos y el orden de las cosas.
Cuatro años antes, habiendo sido expulsados los Medici de la ciudad, Savonarola había instaurado una república teocrática popular, predicando por mandato divino contra la corrupción de las costumbres. Florencia, era transformada en un estado sin rastro de ciudadanía, dominada por el miedo y la superstición. Florencia, la ciudad más prospera y culta de fines del S.XV, cuna del Renacimiento, que, en palabras del humanista Angelo Poliziano, pareciera que “Atenas hubiera emigrado a Florencia”. Era necesario reeducar a los florentinos, posibilitando la aparición de un hombre nuevo, feliz, lleno de gracia. Su privacidad fue administrada implacablemente. En las ‘Hogueras de las vanidades’, autos de fe savonarolianos, se quemaron objetos considerados pecaminosos como espejos, maquillajes, vestidos, instrumentos musicales, libros clásicos, cuadros... obras de Petrarca, Boccaccio o Botticelli.
He aquí la conclusión fundamental: intervenir en la vida privada de los ciudadanos, regular sus afectos y emociones, aniquilar todo razonamiento, creando una realidad ficticia de ilusoria felicidad donde no quepa intento de resistencia alguno Un mundo feliz que seria una perfecta dictadura bajo la apariencia de una democracia. "El mundo es estable actualmente. Las personas son felices; obtienen lo que ellas quieren y no quieren jamás lo que no pueden obtener... Están condicionadas de tal manera que, prácticamente, ellas solo pueden portarse como se debe. Y si por casualidad algo no va bien, tenemos el soma... Tenemos que escoger entre la felicidad y lo que llamábamos antes el gran arte. Hemos sacrificado el gran arte... Fabricamos obras de arte con casi nada, solo con puras sensaciones." (A. Huxley)

Publicado en Cuatro Esquinas º606

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