jueves, noviembre 15, 2007

ABANDONO



Pasados unos meses de las elecciones municipales, la sensación, y la evidencia, que recorre al vecindario ribereño es la misma de entonces: exponerse al socaire del más ingrato abandono.
Visto que el baile de San Vito que acompaña el trajín electoral es parte del simulacro consustancial al carnaval ‘democrático’, sería preferible en vez de votar invocar al santo, martirizado durante las persecuciones de Diocleciano allá por el 303 dC, para, a semejanza de la Edad Media, curar a los políticos afectados por tal enfermedad nerviosa evitando así ser quemados en la hoguera por posesos. Si ‘poseso’ dícese de la persona que padece posesión o apoderamiento de algún espíritu, no está claro quiénes sean actualmente los poseídos, tal y como semejantes a posesiones nos maltratan, aunque sí puede deducirse cuáles los malos espíritus.
El caso es que una vez abortada la danza electorera la modorra, a la par ignorancia y somnolencia, se esparce por la vida municipal con la parsimonia del rentista al que la nómina va engrosándole los bolsillos, dignificando la morbidez que padecen aquellos que, desamparados del palio sacramental, afrontan la maldición bíblica del pan sin la defensa de una buena cuenta como cornamenta.
Abandono que es la coartada mejor para colar iniciativas mercantiles de rondón con vistas a aplacar el desconsuelo de la feligresía otorgando generosas dádivas a costa del contribuyente. Ya sea un colegio concertado, un hospital paralizado, un desarrollo subdesarrollado, sea lo que sea con tal de transmutar a los usuarios cabreados en consumidores arruinados ipso facto.
No es que sea dejadez, descuido, desidia, desinterés, indolencia, vagancia, despreocupación u holganza, sino el carácter parasitario que define a quienes usurpan el lugar que corresponde a los ciudadanos convirtiendo la política, entiéndase los asuntos de todos los ciudadanos (politikoí), en la intromisión y beneficio de asuntos personales y privados (idiotikós), por lo que al despreocuparse de los asuntos concernientes a la ‘pólis’ (ciudad) llamábaseles ‘idiotes’, ciudadanos privados, derivando luego en el vocablo ‘ignorantes’, y degenerando actualmente en la palabra ‘idiotas’.


Publicado en Cuatro Esquinas º579

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