sábado, abril 21, 2007

EL EDIFICIO DE LA LIBERTAD


“No soy de ningún partido: los combatiré a todos”. Louis Antoine de Saint-Just era detenido el 9 Termidor y ejecutado al día siguiente junto con el resto de dirigentes jacobinos.
En 1793 el rey Luis XVI había rendido cuentas en la guillotina. “No se puede reinar inocentemente. Todo rey es un usurpador”, había dicho Saint-Just personificando en la regia persona del monarca la corrupción de todo sistema político: la separación entre el magistrado y el soberano, es decir, entre el poder ejecutivo y el legislativo, supone el fundamento de la opresión. Esta corrupción es característica del estado político frente al estado natural, o social, que para los jacobinos consiste en la independencia y la colaboración entre los hombres.
En 1793 Saint-Just se dirige así a la Convención: “Todas las piedras necesarias para el edificio de la libertad están ya talladas; con esas piedras podéis levantar un templo o una tumba”. Un año más tarde la viuda sesga su cabeza a los veintisiete años. “No es gran cosa abandonar una vida en el curso de la cual tuviera uno que hacerse cómplice o mudo testigo del mal”. Nada justifica que los revolucionarios sobrevivan a la revolución. En 1795 la reacción termidoriana ponía fin al proceso revolucionario aboliendo la Constitución democrática de 1793.
Escribe Gabriel Albiac: “Hubo un tiempo en el cual hacer política era apostar la vida. No llenarse los bolsillos a costa del erario público. No engañar, no mentir, no burlar todos los principios éticos.... Es bueno recordarlo. Y recordarlo ahora, cuando todo entre nosotros hace pensar que esta podredumbre en que vivimos es de siempre e incurable” (El Mundo, 27.7.1995).
Duras palabras, en efecto. Dura lex, sed lex. Después de más de doscientos años las piedras talladas por Saint-Just están en el libro La libertad pasó como una tormenta, El Viejo Topo, 2006, textos recogidos durante la revolución democrática popular entre 1791 a 1794 que nos recuerdan que “un pueblo tiene un único enemigo peligroso: su gobierno” (Sobre la necesidad de declarar el gobierno revolucionario hasta la paz, 10 de octubre de 1793).
Publicado en Cuatro Esquinas º553

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