viernes, abril 13, 2007

LOS CAPOS DEL BIENESTAR


Francesco pide al Papa predicar el Evangelio, ‘va bene’, pide vivir en comunidad y pobreza fraternal, ‘va bene’, pide vivir sin posesiones... ¡ya no ‘va bene’!, el Papa por ahí no pasa ‘¿cómo vais a ir tirando?’ Francesco dice que también Jesucristo iba sin provisión a la intemperie..... ‘¡Ay, criatura, pero Jesús era el hijo de Dios y si tenía necesidad hacía un milagro y ya está!’ ‘Papa, tú si que sabes, entonces nosotros no podemos predicar sin saber hacer milagros....’ ‘No hijo, no seas extremista. Para ejercer la caridad hazte con provisiones, acepta donaciones...’ ‘Que no, que si tengo provisiones, tengo poder, soy el que reparto, ¡soy el capo de la caridad!
Me viene Francesco a la cabeza por los sorteos de viviendas. Cómo si hicieran algo. Vamos, que hay que estar agradecidos. Hay que agradecer que sorteen un derecho constitucional: una vivienda digna. Que es suelo público. Cuántas viviendas sociales podrían salir si se atendieran de veras las necesidades, si se cumplieran los derechos constitucionales. Que no especulen con la gente, ya tienen bastante con el suelo.
Imagínense ustedes que el ingreso hospitalario dependiera de un sorteo. O la matriculación escolar. No, si ya llegará, ya. Francia, sin embargo, equipara el derecho a una vivienda con la educación y la sanidad garantizándolo el Estado para aquellas personas que no puedan acceder por sus propios medios, pudiendo ser la administración denunciada ante los tribunales de no hacerlo. ¿Qué pasaría si el Estado no diese cobertura gratuita a la educación y la sanidad? Pues la vivienda es idéntico derecho constitucional al que acceder sin intermediación de terceros que tercien plusvalías.
Pues sí, Francia reconoce el derecho a exigir una vivienda ante los tribunales a partir del 2012, aplicándose para los casos más urgentes a partir del 2008. Como también Francia reconoce, parcialmente, una renta básica de ciudadanía, consistente en un ingreso del Estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, aunque no trabaje de forma remunerada, sin tener en cuenta su renta ni fuentes de ingresos. Esto implicaría toda una revolución fiscal, claro está.
La ciudadanía democrática que la izquierda ha de reclamar hoy para las ‘familias trabajadoras’, como se hiciera a mediados del siglo pasado obteniendo un modelo social ya superado, consiste en derechos garantizados universales: enseñanza, salud, vivienda, medio ambiente, renta. Si esto es comunismo, ‘va bene’.
Publicado en Cuatro Esquinas nº 552

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